blanco y negro teñido acuoso como vidrio. ¿Quién diría que esa postal está llena de felicidad? Claro, cuando se está calientito observando tras el cristal de un cuerpo bien alimentado.
Hermoso paisaje cordillerano que la foto no refleja ni dibuja, casi insinúa. Ojalá esa belleza se cuele hacia las almas de quienes allí están. Para que esas almas luego bajen a la ciudad y contagien a quienes los rodean.
Bencina congelada en los dedos de las ramas
almohada y peluches en los cerros
belleza frigorizada
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