Viajando por el camino entre Los
Angeles y Angol iba un camión de mediano tamaño, de su carga cayó
una rueda de carretilla que dió botes delante mío, mientras frenaba
pensé que estaba nueva, era bonita. Dió varios botes y fue a parar
a la acequia del camino. Me estacioné en la berma, los vehiculos
pasaban veloces, por suerte llevaba atrás en la camioneta una mesita
con sus sillas y un quitasol, la invité a tomar un té. Fue así
como nos acomodamos en la carretera mientras carabineros desviaba el
tránsito, un amable regordete chofer de camión nos atendió con
toda parsimonia y pudimos conversar como es debido. Lo primero fue
hablar sobre el clima a lo cual me respondió que no sabía mucho de
eso porque nunca había estado fuera del local. Allí noté más
claramente que estaba nueva. No hablaba mucho y se lo pasaba dando
vueltas. Me dijo que recien la habían inflado y que era una
estupenda sensación. Me dí cuenta que debía hablarle sobre cosas
que conociera, le pregunté sobre qué superficies había pisado.
Allí se detuvo y me dijo que ésta había sido su primera vez, pero
que no la había dejado muy conforme la experiencia ya que no había
sido útil para nada ni nadie. Asentí diciéndole que no se
preocupara ya que estaba recien comenzando, una vez inflada no había
vuelta atrás. El amanecer estaba tan placentero y bello que los
diferentes vehículos que viajaban comenzaron a parar y a participar
de la conversación, una ambulacia en emergencia con un hombre
moribundo en su camilla y un enfermero se sirvieron también un
tecito, el camillero debía ayudarle ya que el hombre estaba todo
quebrado, nos dijo que esperaba morirse antes que hiciera calor,
prefería el frío y me pidió hielo. Gracias a Dios el carabinero
justo andaba trayendo y nos convidó 2 hielos, no hay que abusar.
Hablando del clima les dije, ¿estamos perdiendo el tiempo? me
miraron sorprendidos, incluso la señora que manejaba una máquina de
cocer a Coigüe se detuvo, por suerte el carabinero le pidió que
siguiera circulando y la rueda de carretilla siguió dando vueltas.
Pensar que eran mis invitados y no podía hacer una simple pregunta.
En el intertanto el hombre quebrado se murió y me preguntaron si
podían sentarlo ya que debería estar cansado de la camilla, me
pareció una buena idea, le ofrecí más té y se puso a conversar
con la rueda de carretilla, pensé que era un buen momento para
dejarlos y proseguir mi viaje, no me importaba dejarles la mesa, las
sillas y el quitasol, total andaba con otro juego en la camioneta. Me
subí calladamente sin despedirme y proseguí mi viaje.
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Hace 1 año
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