viernes, 24 de noviembre de 2017

Un té al amanecer

Viajando por el camino entre Los Angeles y Angol iba un camión de mediano tamaño, de su carga cayó una rueda de carretilla que dió botes delante mío, mientras frenaba pensé que estaba nueva, era bonita. Dió varios botes y fue a parar a la acequia del camino. Me estacioné en la berma, los vehiculos pasaban veloces, por suerte llevaba atrás en la camioneta una mesita con sus sillas y un quitasol, la invité a tomar un té. Fue así como nos acomodamos en la carretera mientras carabineros desviaba el tránsito, un amable regordete chofer de camión nos atendió con toda parsimonia y pudimos conversar como es debido. Lo primero fue hablar sobre el clima a lo cual me respondió que no sabía mucho de eso porque nunca había estado fuera del local. Allí noté más claramente que estaba nueva. No hablaba mucho y se lo pasaba dando vueltas. Me dijo que recien la habían inflado y que era una estupenda sensación. Me dí cuenta que debía hablarle sobre cosas que conociera, le pregunté sobre qué superficies había pisado. Allí se detuvo y me dijo que ésta había sido su primera vez, pero que no la había dejado muy conforme la experiencia ya que no había sido útil para nada ni nadie. Asentí diciéndole que no se preocupara ya que estaba recien comenzando, una vez inflada no había vuelta atrás. El amanecer estaba tan placentero y bello que los diferentes vehículos que viajaban comenzaron a parar y a participar de la conversación, una ambulacia en emergencia con un hombre moribundo en su camilla y un enfermero se sirvieron también un tecito, el camillero debía ayudarle ya que el hombre estaba todo quebrado, nos dijo que esperaba morirse antes que hiciera calor, prefería el frío y me pidió hielo. Gracias a Dios el carabinero justo andaba trayendo y nos convidó 2 hielos, no hay que abusar. Hablando del clima les dije, ¿estamos perdiendo el tiempo? me miraron sorprendidos, incluso la señora que manejaba una máquina de cocer a Coigüe se detuvo, por suerte el carabinero le pidió que siguiera circulando y la rueda de carretilla siguió dando vueltas. Pensar que eran mis invitados y no podía hacer una simple pregunta. En el intertanto el hombre quebrado se murió y me preguntaron si podían sentarlo ya que debería estar cansado de la camilla, me pareció una buena idea, le ofrecí más té y se puso a conversar con la rueda de carretilla, pensé que era un buen momento para dejarlos y proseguir mi viaje, no me importaba dejarles la mesa, las sillas y el quitasol, total andaba con otro juego en la camioneta. Me subí calladamente sin despedirme y proseguí mi viaje.

No hay comentarios: