jueves, 1 de octubre de 2009

carretera sangre


Viajando al sur me he encontrado en la carretera con una mancha de sangre de al menos un kilómetro de largo, puchas que hay que tener sangre. Luego me imagino si las carreteras las pintaran de rojo. Más bien si los tramos donde han ocurrido accidentes fueran pintados de rojo. Cuántos litros de sangre han pintado las penurias grises de lamentos en viaje a través de los kilómetros que nos separan. Quizás mejor sea poner en donde hubo accidentes una señal con los aullidos del dolor que interrumpan la radio, así el viaje sea quizás un solo lamento.

Carreteras del terror.

¿Y en la ciudad?

Llevemos lo mismo a la ciudad y sus lugares traumáticos, calles, esquinas, manchadas de sangre con parlantes donde se oigan los lamentos del dolor.

Invisibles muchas veces los lugares que pasamos esconden historias de terror que no imaginamos, ni queremos saber.

Quise que mi auto levantara su ruedas y pasara haciendo un rictus ceremonial por la sangre que fue un grito de color en la hora aquella que nos acomete y nos damos cuenta que no hay vuelta atrás mientras se nos va la vida desvaneciéndose como un suspiro eterno vaciando los pulmones, los músculos, la vida.

Sangre en la carretera, sangre en mis neumáticos.

Soy una bolsa de sangre.

1 comentario:

mem dijo...

lo siento, pero comentarios groseros de gente anónima los borro